domingo, 8 de abril de 2007

Viaje a Punta Macao


Como lo prometido es deuda, aquí están las fotos que pretenden ilustrarles mi viajecito de trabajo a la costa Este de esta bendita isla.

Al mes sólo tengo dos domingos libres en la sala de redacción general (en las revistas no trabajamos los fines de semana) y el domingo 25 era uno de esos dos necesitados días de descanso para mí. Tuve que hacer un servicio para Las Sociales, pero, créanme que trabajos así para nada incomodan, ni siquiera en los días libres.
La verdad, agradezco mucho a Dios y a mi editora por mandarme Punta Macao, porque, como ya ven, es un lugar hermoso que yo aún no conocía.


Por primera vez pude disfrutar de esa brisa fresca y ese paisaje exótico que me invitó a hacer más turismo interno, al tiempo que cómodamente realizaba mi trabajo cubriendo una rueda de prensa y viendo, en exclusiva visita para la prensa, un hotel que se inaugurará el año que viene, comiendo y bebiendo rico. Trabajo, divino trabajo.


Subí por primera vez a una avioneta y una pastillita antialérgica me salvó de la crisis que me provocó ese pincho de mariscos que me estaba tentando.


Compartí con demás periodistas y fotógrafos un día de buen tiempo y paseo por toda Punta Macao, Bávaro.
Traté de poner aquí las fotos en que más se viera el ambiente, espero les guste ese hermoso paisaje y la avioneta en el fondo de la última foto.

Recuento del mes de marzo

Este mes de marzo del 2007 ha tenido muchos eventos que preferiría olvidar para siempre y otros, que afortunadamente, me marcaron también, pero de manera positiva. A mi pesar, mi llanto fue mayor que mi risa el mes pasado.

En cuanto a mis tragedias:

  • ya saben lo que ha significado para mí perder a Elin (por si no lo recuerdan, ya viene una entrada al respecto);
  • conocen los detalles del atraco a mano armada propinado a mi mamita, en nuestra propia marquesina, que, por cierto, debo notificarles que el carro fue encontrado por la policía sólo unos pocos días después del asalto,estaba todo destruido, chocado, sin los cristales ni todo lo que pudieron robarle y hasta con cables rotos; pero hasta la fecha no le han devuelto el auto a mami;
  • les comento que, aunque no me haga sentir orgullosa, en mis primeros exámenes parciales de la universidad, hay de todo un poco: en algunos me fue bien, otros más o menos o ahí ahí- como decimos en República Dominicana (para mis lectores extranjeros) - y del tercer grupo, desconozco aún los resultados;
  • estrés acumulado por querer ser superpoderosa y pensar que no tendrían tan dolorosos efectos secundarios el sacrificar mis horas de sueño, comida y belleza - pasé la mitad del mes con el cabello rizado (ya verán fotos) por no sacar unas horas para ir al salón de belleza y pasarme el "blower"-
  • y para cerrar el mes, el viernes 30 de marzo, mi padre sufrió un infarto que me hizo tomar el primer autobús que pude camino a La Vega, la ciudad donde vive mi padre, para ver como estaba. Gracias a Dios, papi está recuperándose satisfactoriamente;
  • todo lo ya leído por ustedes me bajo el ánimo unos días por la desesperación, por ya no saber qué otra cachetada podría esperar de la vida, porque fue demasiado para mi en sólo un mes y porque nunca me había sentido tan sola desde que Elin se fue.

Quizás el momento en el que me sentí más sola en todo el mes fue la noche del 24 de marzo en la que fui a ver una obra musical de teatro en la que participaba uno de mis queridísimos amigos, Hamlet, y sus dos hermanas a quienes quiero mucho también. ¡Qué duro fue para mí tener que ir sola porque Elin se fue! Ya mi compañero de todo momento no está conmigo y es muy fuerte para mí resignarme a que puede ser que jamás vuelva a serlo.

Y, para alivianar un poco mis tristes recuerdos de marzo, aquí vienen uno que me hicieron sonreír:

  • el domingo 4, una de las noticias que había cubierto el día anterior, salió publicada en primera plana, siendo, casualmente, mi primer trabajo para la sección de los importantes acontecimientos nacionales, en el periódico donde trabajo;
  • el martes 13 no fue un día de mala suerte, todo lo contrario, fue mi primera plana en la sección del periódico donde se publican las actividades sociales, en la que trabajo habitualmente;
  • el viernes 23, en el que fui con mis compañeros de trabajo a Santiago -la segunda capital del país (de nuevo, para mis lectores internacionales, mis amigos extranjeros)-, aunque terminé de aguada (tenía que ser yo quien me arruinara el paseo) llorando por la ausencia de mi amado y el susto que había pasado por lo de mi madre que me tenía bajo un trauma psicológico que extralimitó mi sensibilidad y hasta mi tolerancia de emociones fuertes;
  • la obra antes mencionada del sábado 24, fue la más emotiva que había pagado por ver (aunque sola, tristemente) porque fue cristiana, estaba dedicada al Señor y tenía todo lo que me gusta: música, canto, actuación, coreografía, escenografía colorida, buen guion, y encima de eso, seres queridos en escena y ser de alabanza a Dios, no podía pedir más, gracias, Hamlet, por avisarme;
  • y, para coronar la lista, el domingo 25, que era mi domingo libre y me tocó trabajar, una de las experiencias más gratificantes de mi vida, una de las cosas que más amo de mi trabajo: turismo interno. Esta anécdota merece un post especial para ella, así que déjenme guardar éste para abrir uno nuevo en el que les cuente los detalles de mi viaje a Punta Macao.