domingo, 20 de mayo de 2007

Recuento de más de un mes atrás hacia acá

Sé que no son cuarenta y cinco días exactamente que tengo sin dedicarle unos minutos a mi blog bebé rosado helado de fresa y azul helado chicle (goma de mascar, para los internacionales).
La verdad es la siguiente: sí, he estado super ocupada con todo eso de fin de semestre en la universidad y temporada alta en el trabajo, un caos; pero quizás lo que más me haya alejado de este espacio sea el miedo, sí, como lo leyeron, el miedo a tener que enfrentar lo que no estaba lista para encarar.
Resulta, mis amados lectores, que hace más de un mes, el jueves 12 de abril, para ser exacta, Elin, mi ex novio (eso ya lo saben), después de haberme jurado amor eterno y hacerme que lo convenciera de desistir de la absurda idea de continuar de novios a pesar de estar de extremo a extremo del planeta Tierra, durante casi una década (innegociablemente), me dijo las palabras que sospechaba estaba ocultándome, a menos de un mes de habernos separado físicamente y jurarme que volvería para que formáramos un matrimonio ideal ... sí, señores, así es, me dijo que no me amaba más, así sin maquillaje ni anestesia (Gracias a Dios).
Estoy bien, gracias a Dios. Admito que me dolió bastante, pero debo confesar que ya me lo esperaba, que tuve suerte de no aceptar ninguna promesa por considerar su cumplimiento fuera de sus manos.
Honestamente, lo comprendo, no lo culpo y, por supuesto, le deseo lo mejor. Yo misma pensé que sólo un milagro lograría que Elin y yo llegaramos a algo después de su partida, y, para ser franca, quizás hubiese sido un abuso pedirle tanto al Señor cuando en el mundo hay tantas cosas que necesitan de un milagro para ser resueltas. Él es una persona maravillosa, y mientras fuimos pareja yo fui muy feliz, eso no lo cambiará nuestra situación actual.
Gracias a Dios, quedamos como amigos (supuestamente, porque me es más ameno conversar con los desconocidos en los autobuses públicos... suelen ser más elocuentes).
No me arrepiento de nada de mi pasado con él, fue hermoso, una experiencia que guardaré gratamente en mi memoria. Ahora, si me preguntaran si quisiera reanudar la relación entre nosotros, con toda la sinceridad que me caracteriza diría que no.
Es ya una puerta cerrada, gracias a Dios, nuevamente. Agradezco a Dios la experiencia, lo que de ella aprendí y que a su justo momento le haya puesto final con broche de oro, sin discusiones, sin heridas.

domingo, 8 de abril de 2007

Viaje a Punta Macao


Como lo prometido es deuda, aquí están las fotos que pretenden ilustrarles mi viajecito de trabajo a la costa Este de esta bendita isla.

Al mes sólo tengo dos domingos libres en la sala de redacción general (en las revistas no trabajamos los fines de semana) y el domingo 25 era uno de esos dos necesitados días de descanso para mí. Tuve que hacer un servicio para Las Sociales, pero, créanme que trabajos así para nada incomodan, ni siquiera en los días libres.
La verdad, agradezco mucho a Dios y a mi editora por mandarme Punta Macao, porque, como ya ven, es un lugar hermoso que yo aún no conocía.


Por primera vez pude disfrutar de esa brisa fresca y ese paisaje exótico que me invitó a hacer más turismo interno, al tiempo que cómodamente realizaba mi trabajo cubriendo una rueda de prensa y viendo, en exclusiva visita para la prensa, un hotel que se inaugurará el año que viene, comiendo y bebiendo rico. Trabajo, divino trabajo.


Subí por primera vez a una avioneta y una pastillita antialérgica me salvó de la crisis que me provocó ese pincho de mariscos que me estaba tentando.


Compartí con demás periodistas y fotógrafos un día de buen tiempo y paseo por toda Punta Macao, Bávaro.
Traté de poner aquí las fotos en que más se viera el ambiente, espero les guste ese hermoso paisaje y la avioneta en el fondo de la última foto.

Recuento del mes de marzo

Este mes de marzo del 2007 ha tenido muchos eventos que preferiría olvidar para siempre y otros, que afortunadamente, me marcaron también, pero de manera positiva. A mi pesar, mi llanto fue mayor que mi risa el mes pasado.

En cuanto a mis tragedias:

  • ya saben lo que ha significado para mí perder a Elin (por si no lo recuerdan, ya viene una entrada al respecto);
  • conocen los detalles del atraco a mano armada propinado a mi mamita, en nuestra propia marquesina, que, por cierto, debo notificarles que el carro fue encontrado por la policía sólo unos pocos días después del asalto,estaba todo destruido, chocado, sin los cristales ni todo lo que pudieron robarle y hasta con cables rotos; pero hasta la fecha no le han devuelto el auto a mami;
  • les comento que, aunque no me haga sentir orgullosa, en mis primeros exámenes parciales de la universidad, hay de todo un poco: en algunos me fue bien, otros más o menos o ahí ahí- como decimos en República Dominicana (para mis lectores extranjeros) - y del tercer grupo, desconozco aún los resultados;
  • estrés acumulado por querer ser superpoderosa y pensar que no tendrían tan dolorosos efectos secundarios el sacrificar mis horas de sueño, comida y belleza - pasé la mitad del mes con el cabello rizado (ya verán fotos) por no sacar unas horas para ir al salón de belleza y pasarme el "blower"-
  • y para cerrar el mes, el viernes 30 de marzo, mi padre sufrió un infarto que me hizo tomar el primer autobús que pude camino a La Vega, la ciudad donde vive mi padre, para ver como estaba. Gracias a Dios, papi está recuperándose satisfactoriamente;
  • todo lo ya leído por ustedes me bajo el ánimo unos días por la desesperación, por ya no saber qué otra cachetada podría esperar de la vida, porque fue demasiado para mi en sólo un mes y porque nunca me había sentido tan sola desde que Elin se fue.

Quizás el momento en el que me sentí más sola en todo el mes fue la noche del 24 de marzo en la que fui a ver una obra musical de teatro en la que participaba uno de mis queridísimos amigos, Hamlet, y sus dos hermanas a quienes quiero mucho también. ¡Qué duro fue para mí tener que ir sola porque Elin se fue! Ya mi compañero de todo momento no está conmigo y es muy fuerte para mí resignarme a que puede ser que jamás vuelva a serlo.

Y, para alivianar un poco mis tristes recuerdos de marzo, aquí vienen uno que me hicieron sonreír:

  • el domingo 4, una de las noticias que había cubierto el día anterior, salió publicada en primera plana, siendo, casualmente, mi primer trabajo para la sección de los importantes acontecimientos nacionales, en el periódico donde trabajo;
  • el martes 13 no fue un día de mala suerte, todo lo contrario, fue mi primera plana en la sección del periódico donde se publican las actividades sociales, en la que trabajo habitualmente;
  • el viernes 23, en el que fui con mis compañeros de trabajo a Santiago -la segunda capital del país (de nuevo, para mis lectores internacionales, mis amigos extranjeros)-, aunque terminé de aguada (tenía que ser yo quien me arruinara el paseo) llorando por la ausencia de mi amado y el susto que había pasado por lo de mi madre que me tenía bajo un trauma psicológico que extralimitó mi sensibilidad y hasta mi tolerancia de emociones fuertes;
  • la obra antes mencionada del sábado 24, fue la más emotiva que había pagado por ver (aunque sola, tristemente) porque fue cristiana, estaba dedicada al Señor y tenía todo lo que me gusta: música, canto, actuación, coreografía, escenografía colorida, buen guion, y encima de eso, seres queridos en escena y ser de alabanza a Dios, no podía pedir más, gracias, Hamlet, por avisarme;
  • y, para coronar la lista, el domingo 25, que era mi domingo libre y me tocó trabajar, una de las experiencias más gratificantes de mi vida, una de las cosas que más amo de mi trabajo: turismo interno. Esta anécdota merece un post especial para ella, así que déjenme guardar éste para abrir uno nuevo en el que les cuente los detalles de mi viaje a Punta Macao.

domingo, 18 de marzo de 2007

Gracias

Que injusta he sido. Debo disculparme por eso. Me he lamentado tanto que no he agradecido como se debe a quienes me han mostrado su incondicional apoyo en todo esto que ha vuelto mi mundo al revés en un dos por tres, mis amigos.
Debo agradecer a todos mis amigos, porque ellos son los que han estado conmigo, los demás son sólo conocidos que en algún momento dado confundí con mis leales amistades. Dentro de mi selecto grupo de amistades, en esta ocasión, debo resaltar a cuatro personas que me han soportado increíblemente en estos días, ellos son:
-Héctor Alejandro Kina, cariño, gracias por ser quien eres, un amigo incondicional y cariñoso desde hace tantos años a pesar de las circunstancias que vivimos que no nos permiten un acercamiento como quisiéramos y, créeme, a nadie siento más cerca que a ti porque vives en mi corazón, al igual que mi siguiente amigo especial;
-Luis Enrique Pimentel Mensoza, mi intachable Luis de 19 (cariñosamente), quien, muy a su manera, me ha recordado que tengo muchas cosas importantes y que él está ahí para cuando yo lo necesite. Muchas gracias, corazón;
-Hamlet Alberto Rodríguez Vidal, es increíble que a veces duremos tanto tiempo sin juntarnos o sin poder charlar más de una hora por cuestiones de horario y esas cosas. Te debo tantas cosas, Hamlet, que no sé qué es lo más relevante. Gracias por todo, por ser siempre mi mejor amigo, un chico excepcional y mi confidente. Te amo mucho, recuerda eso siempre;
-y este último a quien debo agradecer, lo conozco hace poco tiempo, pero no puedo obviarlo en esta corta lista porque ha estado más presente que muchos otros sin siquiera conocerme y, además, ha sido muy comprensivo conmigo, por lo que puedo notar cuál es la razón por la que todos lo quieren tanto y se enloquecen con él. También debo agradecerle que de su apretada agenda de trabajo y otros compromisos, él, un colega a quien debo mi admiración y respeto, sacara tiempo para escucharme y aconsejarme en mis peores momentos, a ti, Alexéi Tellerías, gracias, muchas gracias.
A todos ustedes, mis lectores, a mis amigos que no mencioné y a los que sí, gracias, muchas gracias.
Les agradezco a todos estar presentes en mi vida como siempre y su paciencia en todo momento.

Con todo mi amor,
Janssiel

viernes, 16 de marzo de 2007

Una experiencia espantosa

El miércoles en la noche viví la experiencia más espantosa de mi vida. Aún no he podido recuperarme del terror que respiro en mi casa.

Alrededor de las 9:30 p.m., una hora después de mi llegada a casa para coronar mi día de arduo trabajo, recibo la llamada de mi madre. Ella estaba visitando a unos tíos suyos que viajarían el día siguiente con destino a los Estados Unidos para aprovechar la oportunidad y enviarle a mi abuela unos dulces que ella jamás conseguiría en aquel país extranjero. Mami me dijo que le abriera el portón, ya que había llegado la hora de volver a casa.

Luego de cumplir con el favor que mami me pidió, me dispuse a tomar un duchazo y a entregar mi cansancio a las aguas que bajaban, recogían el estrés de mi cuerpo (aunque no lo borraran de mi memoria) y se despedían perdiéndose con la maleta llena de mis problemas por el desagüe de la bañera.

Ya con mi tubi hecho y vestida con ropa de cama, escuché los ladridos insistentes de Tili, la perrita pequinés de mi abuela, entremezclándose con el sonido de una sirena de policía y, al acercarme al ventanal, me asusté al ver la escena ante mis ojos: una patrulla policial frente a mi casa, los vecinos en la calle, un oficial interrogando a algunas personas, mi hermano, mi tío y los desgarradores gritos de mi mayor tesoro, todo lo que tengo, mi madre.

Al bajar las escaleras corriendo, luego de quitarme la bata recién puesta, me encontré con el llanto desesperado de mi adorada madre, quien me envió a buscarle un acordeón en el que guarda documentos importantes.

Yo estaba en estado de shock, no supe qué había ocurrido ni cómo mi vida dio tal vehemente giro. Cuestioné a mi mamá sobre la situación y ella, entre lágrimas y con voz entrecortada, me dijo que la habían atracado con pistola en mano. No sé si yo pueda olvidar esa escena tan horrible, la cara de terror de mi mamá es la imagen más lacerante para mí.

El teléfono sonaba, los vecinos se aglomeraban, mi madre estaba alterada, mi hermano sin saber qué hacer y para mí todo lucía confuso. Llamaban desde Santiago y Estados Unidos, las noticias corren a la velocidad de la luz.

La historia es ésta: mami llegó, parqueó el carro en la marquesina de casa, lo apagó, y al abrir la puerta para salir se encontró con un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver y le decía que no hablara, que no hiciera ni el menor ruido, que saliera del carro. El carro de mami (valga decir que tenía menos de 10 semanas de comprarlo) tenía un truco para encender, por lo que cuando los ladrones quisieron prender el carro, tuvieron que forzar a mi mami linda a encenderlo. Además, le quitaron el reloj y la cartera, pero al ladrar Tili cuando mami les rogaba para que les devolvieran sus documentos, que ella no tenía más nada, ellos le tiraron la cartera al marcharse en el carro, no sin antes advertirle que le dispararían si abría la boca y que entrara a la casa rápido y en silencio.

Mami aún no supera el trauma y yo tampoco, el miedo es desesperante porque al asaltarla en la casa, se sospecha que nos tenían vigilados y conocían nuestros movimientos. El simple hecho de saber que ellos conocen nuestra casa, nos atemoriza mucho.

Estoy pasando por un terror antes desconocido, temo por mi madre, todo lo que yo tengo, lo que más amo y lo único que tengo por lo que vale la pena vivir, mi razón para levantarme todos los días y pasar tantas penurias para estudiar, prepararme y, así, darle una mejor vida a mi tesoro, a mi mami.

Quizás cuando me calme un poco y pasen unos días pueda escribirles y darle la buena noticia de que, aunque no olvidemos nunca el susto, al menos, hayamos superado el trauma.

Gracias.

Besos,
Janssiel

Gracias

domingo, 11 de marzo de 2007

Insípida vida

Esperando en Dios que estén bien y reiterándoles mis disculpas del post anterior, me dirijo a ustedes para darles unas pinceladas de lo que ha sucedido en este mes en el que he estado ausente.
Elin y yo pasamos juntos sus últimas semanas en el país en la medida en que nos fue posible. Entre nosotros todo estaba bien a excepción de que ya no eramos novios y sabíamos que era inevitable la separación que cada día se aproximaba.
El día de San Valentín fue el más especial de mi vida porque lo pasamos juntos siendo amigos enamorados y fue maravilloso, ya que no había compromisos entre nosotros pero fue decisión mutua compartir esa fecha. Además, Elin me sorprendió con mi cama llena de pétalos de rosas blancas, corazones en cinta roja y otros en papeles de colores que decían I U(como I love you, el corazón era el love), una caja de bombones riquísimos, mi chocolate favorito y, claro está, lo mejor de todo, él aquí acompañándome sin tener que hacerlo.
El viernes que recién pasó, Elin se marchó del país, de mi vida, de mis brazos y yo no pude ir a despedirlo al aeropuerto porque a esa hora estaba trabajando. Ese día nos despedimos de una manera injusta para ambos, esa no debió ser la última vez que nos viéramos, pero lo fue.
Lo he extrañado tanto, tanto, tanto que me he sentido muy mal desde que él me falta. Nada de lo que veo o siento hoy, era así ayer, y mucho menos, antes de ayer. Me siento tan sola, vacía e insignificante. Mi vida perdió de un momento a otro el sabor y no me es más que una tortura que baila para burlarse de mí entre lo insípido y lo cruel de mi tragedia.
Me dirán: "pero esta muchacha, sí que es exagerada". Respeto, como siempre, el derecho que tienen de pensar cuanto quieran, y mi situación no le afecta a nadie más que a mí, sé que no se acabará el petróleo sólo porque mi amor se fue y a mí no se me quita un dolor de cabeza insoportable.
Sé que tengo muchas cosas que hacer y no me puedo quedar de brazos cruzados viendo pasar mis días sin cumplir con mis responsabilidades en la casa, la universidad y, sobre todo, en el periódico y la revista en los que me han abierto las puertas para ir aprendiendo y puliéndome en el ámbito profesional.
Aún así, me siento fatal y me falta algo, algo muy importante, mi gran amor a mi lado apoyándome como siempre lo hizo y siendo justo lo que debía, una verdadera pareja, un real y efectivo compañero.
Siento que mis ojos están secos y que por mucho tiempo no volverán a reflejar otro brillo más que el de las lágrimas que salen en manadas y que mojan mis libros cuando estudio para mis exámenes parciales. Ya no me quedan más muestras de desolación porque no encuentro ni palabras, ni gestos, ni ninguna forma que exprese qué tanto me ha dolido perder a mi príncipe adorado.
Les seguiré poniendo al tanto en otra ocasión. Ahora es tarde en la madrugada y tengo muchas cosas que hacer, sin contar con que me caigo del cansancio.
Besos y...
Gracias.
Janssiel

miércoles, 7 de marzo de 2007

Mil disculpas

Mis queridos lectores, no es que los haya olvidado ni un momento, los llevo siempre en el corazón.
Debo disculparme por mi ausencia tanto tiempo en mis reportes personales a ustedes, lo lamento mucho. Sin ganas de usarlo como excusa, me han pasado muchas cosas, tantas que no me han dejado tiempo para vivirlas como se debe e, imagínense, mucho menos para reportarles. ¡Infelices cosas egoístas de la vida!
Si Dios me lo permite, y el trabajo conjuntamente con la universidad, también, les contaré pronto todo lo que me ha sucedido.
Con amor, y en espera de su comprensión,
Janssiel

lunes, 5 de febrero de 2007

Lo vi ayer





Cinco noches atrás, Elin, mi ex-novio (jamás creí que lo llamaría así), vino a casa para traerme algo y me vio desconsolada por las más de 24 horas que llevaba sin dormir, comiendo apenas lo necesario para la ingesta de los medicamentos que me había recetado mi neumóloga y con la ropa mojada de tantas lágrimas derramadas. La razón era muy simple, estaba en mi peor momento porque habíamos terminado abruptamente cuando el día anterior, cuando rompimos, no me imaginaba al levantarme que no volvería a dormir y mucho menos que sería a causa del fin de nuestro noviazgo.
Ayer lo vi, luego de varios días sin verlo, volvió a visitarme unos instantes para nuevamente dejarme otra cosa. Cuando me avisó que pasaría por mi casa, minutos antes de llegar, mi corazón vibró de alegría y esperanza, me ilusioné al pensar que vería nuevamente el rostro con el que sueño a diario. No podía creerlo.
Bajé las escaleras corriendo al escuchar el timbre, pero al doblar para abrir la puerta, me detuve unos segundos a recuperar el aire. La puerta estaba abierta y al otro lado se encontraban Elin y Antonin, un amigo suyo al que siempre le estaré agradecida por habérmelo llevado unos minutos. No sabía cómo se debe saludar a un ex cuando no ha pasado ni una semana del rompimiento, lo amas y él te corresponde, pero se supone que son amigos y, como si fuera poco, tenía a su mejor amigo al lado.
Pasaron a sentarse en la sala y entablamos una charla sin sentido entre los tres por espacio de aproximadamente media hora. Los muebles en mi sala están ubicados en forma de L en una esquina. Antonin se sentó en el extremo de un sofá y Elin y yo estábamos compartiendo el otro con el espacio más enorme posible entre los dos. No importaba, me bastaba que estuviera en el mismo sillón que yo para mirarlo indirectamente y tratar de disimular una sonrisa ingenua. Les confieso que lo miraba de reojo para que no se diera cuenta de que me moría por verle los ojos y cerciorarme de que todavía brillan de forma especial cuando me reflejo en ellos.
A la hora de ellos irse, me despedí de Antonin con un abrazo y de Elin con otro marcado de manera especial. Me dio como tres abrazos, ya que cuando me soltaba, se devolvía a abrazarme de nuevo. Me dijo que se sentía orgulloso de mí, de mi trabajo publicado en la revista el día anterior. Me dijo que me veía muy bien y que mi cabello estaba hermoso.
Cuando se fue, corrí a mi habitación y me acosté en la cama sólo para seguir soñando despierta con revivir ese abrazo que me dio. Durante horas mi corazón continuaba latiendo más rápido de lo normal y mi rostro no podía ocultar la sonrisa. Parecía una niña que acababa de tener una cita imaginaría con su príncipe. Me entusiasmé tanto de verlo como aquella noche del 3 de diciembre del 2005 en que nos hicimos novios veinte minutos después de habernos dado nuestro primer beso.
No sé que pasará a partir de ahora. No sé si me conviene seguir viéndolo o cortar por lo sano los lazos que quedan entre nosotros. No tengo idea de cuál sería la decisión correcta. Ahora mi dilema es: volver o no volver con mi ex-novio otra vez.
Ya les contaré en que acaba esta historia.

sábado, 3 de febrero de 2007

No lo entiendo



Hasta ahora he aguantado la necesidad de volcar lo que siento en este cofre de mis atesorados secretos ahora compartidos.
El repentino fin de nuestro noviazgo es la razón de mi abatimiento.
Sí, Elin y yo terminamos nuestro noviazgo formalmente el lunes 29 de enero y desde ahí he hecho mis mejores esfuerzos por olvidar lo traumático que para mí es este evento del destino. ¡Y pensar que hoy cumpliríamos 14 meses de ser novios! ¡Pensar que hace dos semanas todo estaba perfectamente bien y feliz entre nosotros!
Las razones son un poco complejas. Digamos que su inminente viaje a Taiwán ya había marcado el fin de nuestra relación de pareja. Así es, se irá a vivir a Taiwán por ocho años, al otro lado del mundo, el mes que viene. El detonante de este caos: un asunto que tendría solución de no ser que nuestro noviazgo tenía los días contados y este rompimiento ha sido sólo un adelanto de lo que vendría luego, inevitablemente.
¿Por qué me siento tan mal si ya sabía que esto pasaría? ¿Por qué siento que muero segundo a segundo si ya me había resignado a que se acabaría nuestra hermosa relación? La respuesta ni yo la entiendo. ¿Notaron que escribí: ´´…ni yo la entiendo´´? No, no fue un error, es así tal como lo leyeron. No es que no sé la respuesta, es que yo no la entiendo.
Habíamos resuelto quedar como amigos desde que él se subiera al avión que lo llevaría lejos de este país. Hasta aquí, bien. Pero él no se ha ido, le queda un mes. Es ahí donde de estar bien pasa a estar muy mal. Esa es nuestra famosa respuesta que sí sé y no entiendo. El saber que aún le quedan unas semanas y no estar con él aprovechándolo es lo que me tiene sumergida en un mar de grises.
Ahora viene la parte que no entiendo y quizás ustedes tampoco. ¿Por qué no estamos juntos? Si me paso todo el día y la noche deseándolo conmigo y él me manifestó lo mismo, ¿por qué no volvimos a nuestro soñado noviazgo? ¿Por qué no puedo simplemente olvidar la tontería por la que nos separamos y disfrutarlo los días que le quedan en esta isla? Ya les dije, no entiendo. Sé que me quiere y ustedes no imaginarán jamás cuánto lo amo yo a él, pero no puedo ser su novia de nuevo. Lo que no entiendo es cómo le aconsejaría a otra persona en mi lugar que haga a un lado lo que pasó, borre de su memoria esta horrorosa semana e intente vivir intensamente este mes como si fuera un regalo divino, pero yo misma me siento incapaz de seguir esa instrucción. No entiendo por qué tengo que ser tan racional y emocional al mismo tiempo.
Sí, a mí me parece que esa es la clave de mi depresión, ahí es donde acepto mi culpa. ¿Por qué no acabo de entender que la razón te lleva al éxito pero que no sabe a nada sin la emoción de haberlo alcanzado? Y se preguntarán: ¿por qué esta muchachita se ahoga en un vasito de agua? Pues ese es el problema, eso es lo que no entiendo. ¿Por qué si sé que me hará sentir mucho mejor y puedo hacerlo, no lo hago? ¿Por qué? Les diré que, además de que temo pasar por otra ruptura con él, lo cual será inevitable si volvemos juntos, no puedo olvidar lo ilógico que es recomenzar una relación con los días marcados. ¿Cuál es la gracia de vivir sólo un mes de noviazgo y saberlo desde antes? Yo no lo entiendo.
Tal vez algún día lo pueda comprender ... quizás tú me ayudes a hacerlo.

jueves, 1 de febrero de 2007

Bien

En estos días no me he sentido muy bien. He tenido problemas con mi salud, mi familia, mi trabajo, mis relaciones sociales y, lo que más me ha dolido en la vida, con quien hasta hace unos días era mi novio.
Anoche, mientras trabajaba en la computadora para entregar mi artículo esta mañana, se me abrieron varias ventanas de conversación del messenger. Todos mis contáctos, y muy posiblemente los tuyos también, iniciaban la conversación de la misma manera aunque de uno a otro variaran las palabras: hola, cómo estás?, cómo te encuentras?, qué me cuentas de tu vida?, etc. A todos mis interlocutores les respondí automáticamente : ''bien''.
Consultando el diccionario, sólo para reforzar mis líneas, encuentro varios significados para la palabra ''bien''; entre ellos destaco los que me interesan, los que se relacionan con la semántica de este adverbio, entre ellos: favorable, beneficio, conveniente y bienestar.
Con mi estado de ánimo tan lejos de lo positivo, el contestar ''bien'' a quienes me preguntaron cómo me encontraba resultó ser una mentira. Sí, lamentablemente, una mentira que luego, les confieso, me hizo sentir algo culpable.
Buscándole justificación al porqué de mi instantánea respuesta para la pregunta que ya suena a ''cliché'', obtengo varias explicaciones posibles:
a) la costumbre se impone y no reflexiono ni la pregunta ni mi respuesta;
b) surge como la expresión de mis profundos deseos de que realmente estuviese disfrutando del estado de bienestar que todos anhelamos;
c) es mucho más fácil y cómodo contestar como el servicio de mensajería inmediata que dar todas las razones por las que me encontraba tan lejos de estar en mis óptimas condiciones;
d) todas las anteriores.
En efecto, la cuarta opción es la correcta en el caso de ayer; pero ésa es una escena extraordinaria de mi vida, si se tratase de un hecho común aislado, probablemente la respuesta cierta fuera otra. Ya para comprobarlo, tendré que esperar un tiempo. Luego les contaré de mis conclusiones sobre este absurdo tema.

martes, 30 de enero de 2007

Gracias, Amor

Una vez más, el amor me demuestra su poder. Esa única facultad suya de hacernos confundir lo real y lo imaginario, de abrirnos las puertas del cielo y sacarnos por la ventana.
El, esa fuerza magnífica a la que nos acostumbramos a llamar amor, pero que no tiene ningún nombre que le haga justicia.
¿Cómo podemos nombrar lo que nunca terminamos de conocer y que nadie puede describir exactamente? No conozco esa respuesta, pero sí puedo asegurar que él no termina de sorprenderme nunca. Es como si se empeñara en hacerme entender lo insignificante o valiosos que él puede hacernos sentir.
Algún día espero comprender por qué usa su particular don para hacerme feliz y triste en un abrir y cerrar de ojos. Si al menos, me dejara defenderme cuando viene sobre mí. Dudo que me de la oportunidad de siquiera hacerme saber si viene a acariciarme o a amenazarme de muerte.
De todas formas debo admitir lo irrefutable, no soy más fuerte que él y creo fielmente que me conviene más ser su amiga que su enemiga.
Quién sabe, tal vez un día me ofrezca una tregua y me deje bajar un momento de este tobogán.
¿Por qué eres así, Amor? ¿Por qué me usas para tu diversión? ¿O será que irresponsablemente te culpo de mi estado de ánimo?
Lo lamento, Amor, siento mucho querer esquivar mi responsabilidad sobre mi propia vida atribuyéndotela a ti. Si te agradecí cuando me inundaste el alma de tu color rosa, te agradezco ahora que me has permitido aceptar la sabia decisión a la que me impulsaste.
Gracias, Amor, por ser agridulce y enseñarme tanto.
Gracias, Amor, por estar siempre ahí y pintar mi existencia de diferentes matices.
Gracias, Amor, por llenarme en todo momento.

miércoles, 24 de enero de 2007

Bienvenidos


Estas son mis primeras palabras para ustedes, amigos lectores.
Les confieso me siento muy ilusionada con la creación de este espacio. De hecho, la sensación que invade mi cuerpo es semejante a la de las maripositas en el estómago de cuando se está enamorada(o).
Es extasiante cuando compartes lo que más te importa, tu pasión, tu tesoro con tantas personas diferentes. Es recordar lo esencial que es cada parte del romprecabezas para que esté completo. Cada una de las piezas es diferente de las demás en la forma y, muchas veces, en el color; si todas cumplen su función el trabajo conjunto se hace una obra de arte, mas si alguna de ellas se pierde, las otras sienten que su trabajo se devalúa rápidamente.
Sin duda alguna, mis palabras, mi tesoro, pierden sentido sin ustedes, mis destinatarios.
Gracias por dedicar un pequeño instante de su valioso tiempo y por darme el honor de formar, desde ahora, parte de su vida.