viernes, 16 de marzo de 2007

Una experiencia espantosa

El miércoles en la noche viví la experiencia más espantosa de mi vida. Aún no he podido recuperarme del terror que respiro en mi casa.

Alrededor de las 9:30 p.m., una hora después de mi llegada a casa para coronar mi día de arduo trabajo, recibo la llamada de mi madre. Ella estaba visitando a unos tíos suyos que viajarían el día siguiente con destino a los Estados Unidos para aprovechar la oportunidad y enviarle a mi abuela unos dulces que ella jamás conseguiría en aquel país extranjero. Mami me dijo que le abriera el portón, ya que había llegado la hora de volver a casa.

Luego de cumplir con el favor que mami me pidió, me dispuse a tomar un duchazo y a entregar mi cansancio a las aguas que bajaban, recogían el estrés de mi cuerpo (aunque no lo borraran de mi memoria) y se despedían perdiéndose con la maleta llena de mis problemas por el desagüe de la bañera.

Ya con mi tubi hecho y vestida con ropa de cama, escuché los ladridos insistentes de Tili, la perrita pequinés de mi abuela, entremezclándose con el sonido de una sirena de policía y, al acercarme al ventanal, me asusté al ver la escena ante mis ojos: una patrulla policial frente a mi casa, los vecinos en la calle, un oficial interrogando a algunas personas, mi hermano, mi tío y los desgarradores gritos de mi mayor tesoro, todo lo que tengo, mi madre.

Al bajar las escaleras corriendo, luego de quitarme la bata recién puesta, me encontré con el llanto desesperado de mi adorada madre, quien me envió a buscarle un acordeón en el que guarda documentos importantes.

Yo estaba en estado de shock, no supe qué había ocurrido ni cómo mi vida dio tal vehemente giro. Cuestioné a mi mamá sobre la situación y ella, entre lágrimas y con voz entrecortada, me dijo que la habían atracado con pistola en mano. No sé si yo pueda olvidar esa escena tan horrible, la cara de terror de mi mamá es la imagen más lacerante para mí.

El teléfono sonaba, los vecinos se aglomeraban, mi madre estaba alterada, mi hermano sin saber qué hacer y para mí todo lucía confuso. Llamaban desde Santiago y Estados Unidos, las noticias corren a la velocidad de la luz.

La historia es ésta: mami llegó, parqueó el carro en la marquesina de casa, lo apagó, y al abrir la puerta para salir se encontró con un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver y le decía que no hablara, que no hiciera ni el menor ruido, que saliera del carro. El carro de mami (valga decir que tenía menos de 10 semanas de comprarlo) tenía un truco para encender, por lo que cuando los ladrones quisieron prender el carro, tuvieron que forzar a mi mami linda a encenderlo. Además, le quitaron el reloj y la cartera, pero al ladrar Tili cuando mami les rogaba para que les devolvieran sus documentos, que ella no tenía más nada, ellos le tiraron la cartera al marcharse en el carro, no sin antes advertirle que le dispararían si abría la boca y que entrara a la casa rápido y en silencio.

Mami aún no supera el trauma y yo tampoco, el miedo es desesperante porque al asaltarla en la casa, se sospecha que nos tenían vigilados y conocían nuestros movimientos. El simple hecho de saber que ellos conocen nuestra casa, nos atemoriza mucho.

Estoy pasando por un terror antes desconocido, temo por mi madre, todo lo que yo tengo, lo que más amo y lo único que tengo por lo que vale la pena vivir, mi razón para levantarme todos los días y pasar tantas penurias para estudiar, prepararme y, así, darle una mejor vida a mi tesoro, a mi mami.

Quizás cuando me calme un poco y pasen unos días pueda escribirles y darle la buena noticia de que, aunque no olvidemos nunca el susto, al menos, hayamos superado el trauma.

Gracias.

Besos,
Janssiel

Gracias

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola Jatnna Massiel.

El tiempo pasa, pero no te olvido.

Si me dieras tu nurero de telefono seria algo maravilloso.

R-o-n-a-l-d