domingo, 18 de marzo de 2007

Gracias

Que injusta he sido. Debo disculparme por eso. Me he lamentado tanto que no he agradecido como se debe a quienes me han mostrado su incondicional apoyo en todo esto que ha vuelto mi mundo al revés en un dos por tres, mis amigos.
Debo agradecer a todos mis amigos, porque ellos son los que han estado conmigo, los demás son sólo conocidos que en algún momento dado confundí con mis leales amistades. Dentro de mi selecto grupo de amistades, en esta ocasión, debo resaltar a cuatro personas que me han soportado increíblemente en estos días, ellos son:
-Héctor Alejandro Kina, cariño, gracias por ser quien eres, un amigo incondicional y cariñoso desde hace tantos años a pesar de las circunstancias que vivimos que no nos permiten un acercamiento como quisiéramos y, créeme, a nadie siento más cerca que a ti porque vives en mi corazón, al igual que mi siguiente amigo especial;
-Luis Enrique Pimentel Mensoza, mi intachable Luis de 19 (cariñosamente), quien, muy a su manera, me ha recordado que tengo muchas cosas importantes y que él está ahí para cuando yo lo necesite. Muchas gracias, corazón;
-Hamlet Alberto Rodríguez Vidal, es increíble que a veces duremos tanto tiempo sin juntarnos o sin poder charlar más de una hora por cuestiones de horario y esas cosas. Te debo tantas cosas, Hamlet, que no sé qué es lo más relevante. Gracias por todo, por ser siempre mi mejor amigo, un chico excepcional y mi confidente. Te amo mucho, recuerda eso siempre;
-y este último a quien debo agradecer, lo conozco hace poco tiempo, pero no puedo obviarlo en esta corta lista porque ha estado más presente que muchos otros sin siquiera conocerme y, además, ha sido muy comprensivo conmigo, por lo que puedo notar cuál es la razón por la que todos lo quieren tanto y se enloquecen con él. También debo agradecerle que de su apretada agenda de trabajo y otros compromisos, él, un colega a quien debo mi admiración y respeto, sacara tiempo para escucharme y aconsejarme en mis peores momentos, a ti, Alexéi Tellerías, gracias, muchas gracias.
A todos ustedes, mis lectores, a mis amigos que no mencioné y a los que sí, gracias, muchas gracias.
Les agradezco a todos estar presentes en mi vida como siempre y su paciencia en todo momento.

Con todo mi amor,
Janssiel

viernes, 16 de marzo de 2007

Una experiencia espantosa

El miércoles en la noche viví la experiencia más espantosa de mi vida. Aún no he podido recuperarme del terror que respiro en mi casa.

Alrededor de las 9:30 p.m., una hora después de mi llegada a casa para coronar mi día de arduo trabajo, recibo la llamada de mi madre. Ella estaba visitando a unos tíos suyos que viajarían el día siguiente con destino a los Estados Unidos para aprovechar la oportunidad y enviarle a mi abuela unos dulces que ella jamás conseguiría en aquel país extranjero. Mami me dijo que le abriera el portón, ya que había llegado la hora de volver a casa.

Luego de cumplir con el favor que mami me pidió, me dispuse a tomar un duchazo y a entregar mi cansancio a las aguas que bajaban, recogían el estrés de mi cuerpo (aunque no lo borraran de mi memoria) y se despedían perdiéndose con la maleta llena de mis problemas por el desagüe de la bañera.

Ya con mi tubi hecho y vestida con ropa de cama, escuché los ladridos insistentes de Tili, la perrita pequinés de mi abuela, entremezclándose con el sonido de una sirena de policía y, al acercarme al ventanal, me asusté al ver la escena ante mis ojos: una patrulla policial frente a mi casa, los vecinos en la calle, un oficial interrogando a algunas personas, mi hermano, mi tío y los desgarradores gritos de mi mayor tesoro, todo lo que tengo, mi madre.

Al bajar las escaleras corriendo, luego de quitarme la bata recién puesta, me encontré con el llanto desesperado de mi adorada madre, quien me envió a buscarle un acordeón en el que guarda documentos importantes.

Yo estaba en estado de shock, no supe qué había ocurrido ni cómo mi vida dio tal vehemente giro. Cuestioné a mi mamá sobre la situación y ella, entre lágrimas y con voz entrecortada, me dijo que la habían atracado con pistola en mano. No sé si yo pueda olvidar esa escena tan horrible, la cara de terror de mi mamá es la imagen más lacerante para mí.

El teléfono sonaba, los vecinos se aglomeraban, mi madre estaba alterada, mi hermano sin saber qué hacer y para mí todo lucía confuso. Llamaban desde Santiago y Estados Unidos, las noticias corren a la velocidad de la luz.

La historia es ésta: mami llegó, parqueó el carro en la marquesina de casa, lo apagó, y al abrir la puerta para salir se encontró con un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver y le decía que no hablara, que no hiciera ni el menor ruido, que saliera del carro. El carro de mami (valga decir que tenía menos de 10 semanas de comprarlo) tenía un truco para encender, por lo que cuando los ladrones quisieron prender el carro, tuvieron que forzar a mi mami linda a encenderlo. Además, le quitaron el reloj y la cartera, pero al ladrar Tili cuando mami les rogaba para que les devolvieran sus documentos, que ella no tenía más nada, ellos le tiraron la cartera al marcharse en el carro, no sin antes advertirle que le dispararían si abría la boca y que entrara a la casa rápido y en silencio.

Mami aún no supera el trauma y yo tampoco, el miedo es desesperante porque al asaltarla en la casa, se sospecha que nos tenían vigilados y conocían nuestros movimientos. El simple hecho de saber que ellos conocen nuestra casa, nos atemoriza mucho.

Estoy pasando por un terror antes desconocido, temo por mi madre, todo lo que yo tengo, lo que más amo y lo único que tengo por lo que vale la pena vivir, mi razón para levantarme todos los días y pasar tantas penurias para estudiar, prepararme y, así, darle una mejor vida a mi tesoro, a mi mami.

Quizás cuando me calme un poco y pasen unos días pueda escribirles y darle la buena noticia de que, aunque no olvidemos nunca el susto, al menos, hayamos superado el trauma.

Gracias.

Besos,
Janssiel

Gracias

domingo, 11 de marzo de 2007

Insípida vida

Esperando en Dios que estén bien y reiterándoles mis disculpas del post anterior, me dirijo a ustedes para darles unas pinceladas de lo que ha sucedido en este mes en el que he estado ausente.
Elin y yo pasamos juntos sus últimas semanas en el país en la medida en que nos fue posible. Entre nosotros todo estaba bien a excepción de que ya no eramos novios y sabíamos que era inevitable la separación que cada día se aproximaba.
El día de San Valentín fue el más especial de mi vida porque lo pasamos juntos siendo amigos enamorados y fue maravilloso, ya que no había compromisos entre nosotros pero fue decisión mutua compartir esa fecha. Además, Elin me sorprendió con mi cama llena de pétalos de rosas blancas, corazones en cinta roja y otros en papeles de colores que decían I U(como I love you, el corazón era el love), una caja de bombones riquísimos, mi chocolate favorito y, claro está, lo mejor de todo, él aquí acompañándome sin tener que hacerlo.
El viernes que recién pasó, Elin se marchó del país, de mi vida, de mis brazos y yo no pude ir a despedirlo al aeropuerto porque a esa hora estaba trabajando. Ese día nos despedimos de una manera injusta para ambos, esa no debió ser la última vez que nos viéramos, pero lo fue.
Lo he extrañado tanto, tanto, tanto que me he sentido muy mal desde que él me falta. Nada de lo que veo o siento hoy, era así ayer, y mucho menos, antes de ayer. Me siento tan sola, vacía e insignificante. Mi vida perdió de un momento a otro el sabor y no me es más que una tortura que baila para burlarse de mí entre lo insípido y lo cruel de mi tragedia.
Me dirán: "pero esta muchacha, sí que es exagerada". Respeto, como siempre, el derecho que tienen de pensar cuanto quieran, y mi situación no le afecta a nadie más que a mí, sé que no se acabará el petróleo sólo porque mi amor se fue y a mí no se me quita un dolor de cabeza insoportable.
Sé que tengo muchas cosas que hacer y no me puedo quedar de brazos cruzados viendo pasar mis días sin cumplir con mis responsabilidades en la casa, la universidad y, sobre todo, en el periódico y la revista en los que me han abierto las puertas para ir aprendiendo y puliéndome en el ámbito profesional.
Aún así, me siento fatal y me falta algo, algo muy importante, mi gran amor a mi lado apoyándome como siempre lo hizo y siendo justo lo que debía, una verdadera pareja, un real y efectivo compañero.
Siento que mis ojos están secos y que por mucho tiempo no volverán a reflejar otro brillo más que el de las lágrimas que salen en manadas y que mojan mis libros cuando estudio para mis exámenes parciales. Ya no me quedan más muestras de desolación porque no encuentro ni palabras, ni gestos, ni ninguna forma que exprese qué tanto me ha dolido perder a mi príncipe adorado.
Les seguiré poniendo al tanto en otra ocasión. Ahora es tarde en la madrugada y tengo muchas cosas que hacer, sin contar con que me caigo del cansancio.
Besos y...
Gracias.
Janssiel

miércoles, 7 de marzo de 2007

Mil disculpas

Mis queridos lectores, no es que los haya olvidado ni un momento, los llevo siempre en el corazón.
Debo disculparme por mi ausencia tanto tiempo en mis reportes personales a ustedes, lo lamento mucho. Sin ganas de usarlo como excusa, me han pasado muchas cosas, tantas que no me han dejado tiempo para vivirlas como se debe e, imagínense, mucho menos para reportarles. ¡Infelices cosas egoístas de la vida!
Si Dios me lo permite, y el trabajo conjuntamente con la universidad, también, les contaré pronto todo lo que me ha sucedido.
Con amor, y en espera de su comprensión,
Janssiel